NI LA IRA DE NEPTUNO

Lila Andrea
18 min readJun 17, 2023

Crónica ganadora del segundo lugar del concurso “Crónicas de Cartón” de Yerba Mala Cartonera en 2018

Ataque del tanque Neptuno a las personas con discapacidad. 25.05.2016

LEY 223, ART. 4. La presente Ley, en concordancia con los Convenios Internacionales y la Constitución Política del Estado, se rige por los siguientes principios. g) No Violencia. Garantía y protección a las personas con discapacidad, con énfasis a mujeres, niños y niñas y adolescentes contra toda forma de violencia física, psicológica o sexual.

Tuve miedo.

Me costaba respirar y correr en esa subida tan empinada de la ciudad de La Paz. Los gritos de los heridos, el piso mojado y el penetrante olor a cloro me aturdieron, no sabía muy bien qué hacer y me metí en una tienda llena de gente asustada.

Nadie decía nada, solo esperábamos a que acabase todo.

La dueña de la tienda puso su mano en el corazón y suspiró un lamento. La miré y pensé: «¿Qué estoy haciendo aquí?». Entonces escuché gritar a Jesús.

— ¡Ya paren por favor, no me golpeen más!

Tres policías lo tenían en el piso pateándole.

— ¡Eres un mañudo, no eres discapacitado, quién te está pagando!

Preparé mi cámara, y la señora que se veía más afectada, me dijo

— No salga con su cámara, se la pueden quitar

— No señora, para esto es la cámara, no para guardar.

Y salí…

Ese 25 de mayo de 2016 el sol fue un gran aliado. Al promediar las once de la mañana la policía empezó a reprimir con tanques Neptuno en la calle Comercio haciendo escapar a la gente, sin importar los transeúntes ni las vendedoras que habían perdido gran parte de su mercadería.

De abril a julio amurallaron con rejas de tres metros todas las entradas de la Plaza Murillo, lo que hacía imposible ingresar a las personas con discapacidad al Palacio de Gobierno donde se encuentra el presidente de Bolivia, Evo Morales, con quien exigían dialogar.

Tenían un pliego petitorio de tres puntos: una renta mensual de Bs 500, regular los baremos que miden el porcentaje de discapacidad y que el carnet de discapacidad con grado de grave y muy grave sea indefinido.

Para llegar allí habían recorrido 375 km a pie, en sillas de ruedas, con muletas y bastones desde Cochabamba atravesando Los Andes hasta llegar a La Paz, en 35 días. La Caravana Nacional de las Personas con Discapacidad no sabía que exigir sus derechos iba a significar tanta solidaridad de la población por un lado y tanta violencia por otro.

Ese fue mi primer enfrentamiento como periodista. Trescientos policías armados de pies a cabeza, con cascos, laques, chalecos antibalas, escudos, entrenamiento y un tanque con agua a presión, versus cien personas con discapacidad física, intelectual, auditiva, que a lo mucho se defendían con cartones mojados y palos que usaban como leña por la noche.

«En agosto se denunció ante el Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad, de la ONU, el uso excesivo de la fuerza para reprimir las manifestaciones; el Comité instó a las autoridades bolivianas a llevar a cabo una investigación exhaustiva e imparcial del incidente», dice el apartado de Bolivia en el reporte anual de Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos en el mundo el 2016.

Meses más tarde la Organización de Naciones Unidas pedirían un juicio de responsabilidades a Bolivia por la excesiva violencia usada en, al lo menos, seis ocasiones. Al parecer no estaban enterados que lo que estaban haciendo, rompía un convenio internacional que el Estado había ratificado en 2012.

La denuncia del sector llegó a la 16ava Convención de los Derechos para las Personas con Discapacidad celebrada en Ginebra, Suiza. La líder cochabambina Rose Mery Guarita presentó un informe sombra, un documento paralelo al informe oficial del Estado que puede ser presentado por cualquier organización social que así lo requiera, y participó en la exposición realizada por Bolivia. Cuando la relatora especial de las Naciones Unidas para Bolivia, Silvia Quan-Chang interpeló a las autoridades bolivianas presentes, no supieron justificar lo acontecido.

* * *

Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Observaciones finales sobre el informe inicial del Estado Plurinacional de Bolivia. 20.- El Comité recomienda al Estado parte que ponga en marcha programas de concientización acerca de los derechos de las personas con discapacidad, dirigidos a los que diseñan las políticas y demás funcionarios y servidores públicos, personal de seguridad, de justicia y la sociedad boliviana en general, y que fomente el pleno respeto de la dignidad de las personas con discapacidad.

Pocos sabían lo que se planeó para esa mañana.

Cuando llegamos con mi equipo a la calle Indaburo, los ‘discas’ como se hacían llamar de cariño, tomaban unas linazas calientes que un caballero siempre vendía por allí. Ya era parte de la rutina de ese cruento invierno paceño.

Se quedaban los enfermos, los niños y las mujeres que cocinaban y cuidaban a esa especie de ciudadela, que en su momento cúspide albergó a 300 personas de los nueve departamentos de Bolivia.

A lo lejos, una cruz de madera de 1,50 m de altura empezaba a acercarse. Era Wilson, un joven cruceño que tenía clavos en la pierna para poder caminar, el solía crucificarse como forma de protesta. También le servía para defenderse en los enfrentamientos con la policía.

— ¡Vamos, vamos! ¡Ya es hora!

Gritaba, mientras apuraba a los que seguían desayunando.

El paceñito, una Brasilia pintado de verde y carmín, que acompañaba a la caravana con un megáfono poniendo música de protesta, empezó a ir directo sobre la Indaburo hacia la Pérez Velasco y un grupo de ellos empezó a seguirlo.

Pensé que iríamos por allí, pero de repente vi a los más jóvenes bajar por la Yanacocha sin seguir a los demás, corriendo en total control de esas sus piernas hechas de ruedas sostenidas por un asiento.

Bajé detrás de ellos por la Yanacocha hasta la Comercio donde ejecutaron su plan.

— ¡Jalen! ¡Jalen!

— ¡Con fuerza compañeros!

Lanzaron un garfio que se enganchó en la parte superior de la reja. Jalaban de una cadena para hacerla caer y finalmente poder entrar a la Plaza Murillo. Empecé a acercarme más porque parecía que lo lograría. Pero más abajo sobre esa misma calle los policías esperaban órdenes.

Un cañonazo de agua fue directo sobre ellos desde el otro lado de la reja.

Un policía escaló y sacó el garfio. Agarraron a cinco personas, Francisco, de Guarayos, quien siempre llevaba la bandera de Bolivia fue uno de ellos.

«¿Con qué fuerza hacen rodar sus ruedas en cuesta arriba?», me preguntaba hasta que vi a Genoveva, una chica con parálisis mental de Sucre que se había quedado en medio de todo. Como ella no puede mover sus extremidades solo atinó a volcar la cabeza para que el agua no le llegara directo, se estaba ahogando y lloraba de desesperación. Una periodista que estaba cerca corrió para sacarla de ese lugar.

— ¡Paren, por favor, paren! ¡No ven que no puede moverse!

La Policía empezó a subir por la calle empinada.

— ¡Ai, Aí, Aí!

Gritaban mientras marchaban, avanzando lentamente. Litros y litros de agua seguían llegando con mucha potencia destiñendo la ropa de aquellos a quienes caían los químicos que el líquido contenía.

El Mariachi, que durante la vigilia sabías donde estaba porque de repente se escuchaba su: “Y volver, volver, vooooooolveeeeer”, ese día se arrastraba frente al contingente pidiéndoles clemencia.

No la hubo.

— ¡Ai, Aí, Aí!

Gritaron más fuerte y pasaron literalmente sobre ellos, al Mariachi lo levantaron como a un trapo y después de golpearle con el escudo en la cabeza lo botaron a un lado, y fue en ese momento que tuve miedo. «Si pueden hacerle eso a una persona con discapacidad, no puedo imaginar lo que harán en la cotidianidad» y corrí. Vi que una vendedora de crema chantilly se metió en una tienda, en diagonal a donde me encontraba y la seguí.

— ¡Suéltenme!

— ¡Ahhh!

— ¡Qué están haciendo!

— ¡Deténganse!

— ¡Oye no, déjenlo!

— ¡Hijos de puta!

— ¡Ai, Aí, Aí!

— ¡Atrás, atrás, retrocedan!

— ¡En línea, en línea!

— ¡Levantarse, levantarse!

— ¡Vamos subiendo!

— ¡Empujen! ¡Empujen!

Cuando salí de la tienda y empecé a correr cuesta abajo, Jesús se levantó y fue hacia el campamento que se encontraba a tres cuadras del lugar. En mi camino un señor me gritó para que lo ayude, estaba cargando a una persona sin una pierna a quien le quitaron sus muletasy lo pisaron.

— ¡Mis muletas me han quitado! ¡Cómo voy a andar ahora!

— ¿De dónde eres? — pregunté

— De Oruro

— ¿Dónde están tus dirigentes?

— Estábamos juntos, pero mirá como está este lugar.

Se sentó en una grada, estaba sangrando y solo pedía sus muletas. Miré hacia el epicentro, había sillas de ruedas rotas, unas cuantas personas ayudándose unas a otras a levantarse, una tensa calma con murmullos de dolor.

— ¡Hey, hey, necesitamos una cámara!

Me di la vuelta

— ¡Sacá una foto de esto! ¡Tú tienes cámara! ¡Que la gente vea lo que les hacen! ¡Es una barbaridad!

Gritaban dos mujeres que parecían trabajar por la zona y solo pasaban por ahí.

Ellas cargaban a María Pérez quien tenía la cabeza sangrando, moretes en el estómago y su pierna estaba hinchada, no podía pisar. Cochabambina ella, llegó a la lucha en nombre de su hermano Noé. Saqué la foto de sus heridas y seguí bajando hasta encontrarme con Miguel, uno de los más jóvenes y aguerridos que llegó de Potosí.

— ¿Qué van a hacer Micky, se van a replegar?

— Nah, están arriba los policías en el campamento, pero cuando se vayan van a volver a bajar, aquí nomás les esperaremos.

La forma en la que Micky controlaba las cosas me asombraba, su historia no solo roza la muerte accidental, sino la provocada por terceros a causa de su estado de discapacidad. “Yo estoy dispuesto a morir por mis derechos” solía decir. Me pasaba horas charlando con él sobre mi oficio y me decía que a le gustaría trabajar en un medio, yo le enseñaba a manejar la cámara y él me enseñaba a sobrellevar la vida.

Los policías que estaban del otro lado de la reja, la estaban asegurando de nuevo. La prensa estaba llegando y entrevistaban a la gente del lugar. Juro que pensé que este sería el último acto de violencia, pero lejos de mi suposición, ni siquiera hubo tanta cobertura mediática.

Cuando vi las imágenes, vi que a los que estaban en sillas de ruedas los volcaban anulándolos. Aprendí que hay que filmar a la altura de los pies, pues la táctica de la policía es rodear a un individuo, reducirlo al piso y patearle, así las cámaras no filmarán la agresión.

Roberta también fue agredida. Entre cuatro la agarraron, cada uno de una extremidad.

— ¡Agárrenme, ahhh, ya, ya, ya no voy a molestar!

Gritaba mientras pataleaba para soltarse.

Ella con 14 años, luchaba por su hermano en Potosí. Ella tiene una bebé y es parte de esa estadística de niñas-madre por la violación de un policía. Por eso cuando llegaron al campamento ella les tiró una botella con orín, para que se alejaran y no se atrevieran a entrar, pues había ancianos y niños, entre ellos, su hija.

Por la tarde volvieron las represiones y nos mojaron a todos. La imagen de Rose Mery Guarita y FelizaAlíde Chuquisaca haciendo resistencia en la reja, aguantando la mojazón, agarradas entre ellas, está tatuado en mi retina. Nunca sentí tanto orgullo por las mujeres.

Otra verdad es que, si bien eran los hombres los representantes máximos que solían estar a la cabeza de la movilización, las que hacían que todo sucediera eran las mujeres.

Las personas con discapacidad seguían intentando entrar a ese lugar, donde el presidente Evo Morales, en su discurso de posesión en 2005 había dicho: «Hace 40, 50 años no teníamos derecho a entrar a la Plaza San Francisco, a la Plaza Murillo». Once años más tarde, resultó que tampoco las personas con discapacidad tenían ese derecho, fueron marginados, como si de un apartheid se tratase.

La Paz, una ciudad acostumbrada a revueltas de todo tipo, tiene adiestrada a la gente para que continúe con su día a día, incluso si eso significa tener que trabajar al lado de la violencia. En los momentos de tensa calma que hubo, la señora que vendía crema chantilly siguió ofreciendo su producto.

— Dame uno case.

Le pedí.

— Ya case, ¡Qué grave lo que les han hecho!

— ¿No ve? ¡Cómo los van a tratar así! ¿Has visto?

— Sí, recién estaba sacando mis cositas, me he acercado porque como así siempre sabe haber manifestaciones por aquí, una se vende bien pues, quería aprovechar, ya nomás ¡zas! El agua cayendo, rápido me he levantado…

Se calla un momento mientras me termina de servir, y con la voz quebrada continúa

— Esos desgraciados ¡cómo les van a pegar así! ¡Como a trapos los han botado!

Entonces empieza a llorar.

— ¡Treinta años trabajo en esta calle, treinta! Y jamás había visto este tipo de violencia… ¿Y cuando el Evo venía con los cocaleros, no se enfrentaba a la misma policía que ahora pega a los discapacitados? ¡Esos no son humanos, son monstruos!

La señora se limpió la nariz para tranquilizar su llanto y siguió atendiendo a la clientela. Horas más tarde, cuando el conflicto regresó, la volví a ver ayudando a caminar a una persona que había sido agredida, ella lloraba gratando “desgraciados, son unos desgraciados”.

Aunque no todos pensaban como ella, durante ese día y la vigilia en general, vi a mucha gente insultarlos.

— No te acerques hijita, te pueden contagiar algo.

— Quien te manda a nacer.

— ¡Flojos, trabajen!

— Mátenlos de una vez.

— Seguro tu madre era una puta y por eso has salido defectuoso.

— ¿Pero no se dan cuenta de que si reciben el bono, vivirían más y se reproducirían?

Nos dijo un policía con mucha seguridad. Quedaba claro, que en el entender de mucha gente, ellos debían morir para hacer patria.

Cuando luego en las redes sociales dijeron que las personas con discapacidad les habían echado con heces fecales, con agentes químicos, con agua sucia, con orín, que las víctimas de esa jornada fueron los pobres policías que sufren un montón, que ni les pagan bien, que solo reciben órdenes que tienen que cumplir, pude comprender que la guerra sucia en contra del sector era efectiva. Sí, sí hubo una botella con algo de orín y fue usado en defensa de un ataque, pero no fue más que eso.

Además el que tiraba agentes químicos era el tanque Neptuno, más tarde lo confirmó el mismo Ministerio de Gobierno, cuando en noviembre, durante la escasez de agua en La Paz dijo que no se podría usar el tanque Neptuno para aprovisionar a la población, porque este contenía residuos de agentes químicos. Si la última vez que fue usado fue durante ese conflicto.

El mensaje era que las personas con discapacidad no necesitaban un bono, que ellos tenían todo en orden y que no había plata para ellos. Que si movilizaban era por intereses oscuros como desestabilizar al Gobierno, porque claro, ¿Para que querría alguien hablar con el presidente?

Las redes sociales se incendiaron.

— ¡Sí! Pobres animales, no deberían compararlos con esas personas cavernarias iracundas de proceder antisocial… ¡Pedimos que se respete a los animales! No los comparen con esos delincuentes.

Decía Javier Gómez, respondiendo al comentario de la policía Gianelka Espinoza:

— Nos echan con orín podrido son unos animales cara…o (sic).

Incluso el mismo Ministerio de Gobierno tuiteó: «Ugte. Gobierno denuncia nuevas agresiones de personas con discapacidad. Usaron armas blancas, punzones y químicos nocivos contra policías».

También existe una agrupación que se autodenominan como los líderes del proceso de cambio que jugaron un rol importante en el desprestigio de este sector, con pura posverdad.

Además tenían una cierta obsesión con mi equipo, pues nuestras fotos eran utilizadas diciendo que éramos agentes de la CIA, que qué hacíamos con la plata de recibíamos a nombre de las personas con discapacidad, que éramos unos gringos financiados por ONG para negar los avances y criticar al presidente Evo.

La realidad es que éramos cuatro bolivianos, un australiano y por último, una alemana. Ningún gringo, ninguna ONG, ¡mucho menos la CIA! La CIA por favor.

Yo me integré al equipo cuando llegaron a La Paz. Durante un tiempo no sabíamos muy bien qué íbamos a hacer con el material que teníamos, pero luego de haber sacado las imágenes sin editar de ese 25 de mayo en las redes sociales, el periódico inglés The Guardian tuvo interés en mostrar esta lucha, se consiguió un financiamiento para hacer un cortometraje del Sundance Institute que llegó el último trimestre del 2016.

El tráiler salió el ocho de febrero de 2017, tres días más tarde el mismo presidente Evo Morales dijo que aceptaba que las personas con discapacidad necesitaban un bono mensual.

* * *

Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Observaciones finales sobre el informe inicial del Estado Plurinacional de Bolivia. 45 — El Comité lamenta los actos de violencia en contra de la integridad física y psicosocial de personas con discapacidad que ejercían su legítimo derecho a la manifestación pública. También preocupan las informaciones de uso excesivo de fuerza, intimidación y violencia física y verbal, cometida por agentes de policía, que condujeron a lesiones físicas en manifestantes, incluyendo mujeres y niños con discapacidad

En la mitología romana Neptuno es un dios muy peligroso e inestable que dependiendo de su ánimo puede provocar terribles tormentas, tempestades y terremotos. El Gobierno desató toda su ira acumulada contra ellos.

¿Por qué?

Porque podían.

Tener discapacidad no significa lamentarse por las limitaciones, más bien es una chance para buscar las fortalezas, viéndolo desde el lado más optimista. Pero en esta vigilia conocí a la contraparte: una silla de ruedas, medicamentos, pañales, o un asistente que ayude en la cotidianidad, puede llegar a ser un lujo.

Niñas como Yosi de siete años, que quiere ser fotógrafa cuando crezca, tiene que caminar horas para llegar a la escuela más cercana a su población en los alrededores del lago Titicaca, y ni siquiera la reciben por que tiene síndrome de Down, el potencial en esa niña es increíble. ¿Pero si no tiene la oportunidad?

No los vemos en las calles porque están ocultos, no los vemos porque no pueden salir por su cuenta, no los vemos porque preferimos ignorar esa otra realidad, cuando les tiramos unos quintos a la entrada de la iglesia no los vemos. Vemos la miseria humana, pero no los vemos a ellos como seres humanos, como iguales, como cualquier otra persona.

Es que es muy complicado, nos da flojera ayudarles con sus sillas, ser pacientes con su hablar, o saber lengua de señas, con los problemas que ya tenemos. ¿Para que sumar uno más?

Por eso vieron la necesidad de realizar esta movilización, para que la gente los viera y se enterara que uno no nace pidiendo discapacidad, pero que a cualquiera le puede pasar.

El problema del dinero para ese sector no es más que falta de voluntad política. Durante la vigilia varios sectores dijeron que podrían donar Bs 1 por cabeza para aportar. Si se redujera algo del presupuesto del Ministerio de Comunicación también podría haber algo más.

Pero sobre todo sería bueno saber que se hace con los 40 millones de bolivianos quesegún la ley 3925, del 21 de agosto de 2008, les pertenece. Cuando pidieron a las autoridades una auditoria a ese dinero el silencio fue la respuesta.

Ojalá se hubiese mantenido ese silencio cuando querían insultarlos o despreciarlos, como el senador Edgar Romero que afirmó:

— No se le puede dar plata a gente que no hace nada.

La ley 223, en teoría es una cosa hermosa, en la realidad casi se la viola en su totalidad. Las personas graves y muy graves reciben una renta de Bs 1.000 al año. Son pocos los que cobran, el año pasado casi no se pagó, no existe información adecuada para recibir este beneficio, motivo por el cual muchos prefieren desistir, pues sería una pérdida de tiempo intentar. Además, la carnetización solo llegó a un pobre 20% del sector.

La verdad es que todos lloramos en algún momento de impotencia, más veces de las que hubiésemos querido, pero de a poco ese llanto se convirtió en fortaleza y entonces comprendí totalmente esa frase que dice “nos han quitado tanto que nos han quitado hasta el miedo”

En una breve alianza con la COB, los acusaron hasta de haber usado dinamita, inclusive sacaron una nota de prensa oficial desde el Gobierno al respecto. Pero no hicieron lo mismo cuando el entonces coronel Raúl Grandy, que estaba a cargo de toda la situación con las personas con discapacidad, amenazó a mi colega que estaba filmando.

— A este gringo de mierda quisiera agarrarlo.

Está filmado, pero lo negó.

Quienes estaban en vigilia, era quienes de todos modos vivían en la calle en diferentes ciudades. Pero también había otras personas como Rose Mery Guarita, con muy poco dinero podía mantenerse en la vigilia

— Estoy por todos esos niños que está abandonados a su suerte, a que un día la muerte se los lleve.

Me dijo en una entrevista.

Que sean invisibles es lo más conveniente para el Gobierno, pues así no tiene que hacerse cargo.

Pero también era consciente que muchos policías tampoco querían estar allí.

— Puta, y ahora tenemos que acuartelarnos.

— Que huevada, ¿A qué hora debemos salir?

— Después de la media noche.

— Yo no quiero ir a golpear a los discas che.

— Yo tampoco.

— Voy a decir que estoy enfermo, sí, eso voy a hacer, no quiero ser parte de eso.

Esa es la conversación que un taxista escuchó cuando llevaba a dos uniformados a la UTOP que se encuentra a una cuadra de la calle Indaburo. Ese chofer después de dejarlos, bajó al campamento a advertirles.

A nosotros igual nos llegaron mensajes.Desde un número privado me llegó un sms

— A las 3 am los van a reprimir, porque no quieren prensa.

A la medianoche fuimos con varios otros activistas que habían alertado a los medios.

Eran exactamente las 3:05 cuando vimos venir a un escuadrón por la Indaburo, estaban con escudos, si hubiese sido cambio de guardia, como muchas veces los vimos, no hubiesen ido con escudos.

— ¡Alerta! ¡Alerta!

Gritaba una activista para despertar a todos.

— ¡Salgan de sus carpas!

Y quienes estaban en guardia lanzaron petardos.

Entonces la prensa apareció. Parecía esa escena de Armagedón cuando los cuatro astronautas se embarcan en su misión.Encendieron las luces de sus cámaras y fueron en dirección de los uniformados, entonces estos cambiaron de dirección y bajaron por la Yanacocha.

Ya eran las 4:00 y vimos que por el lado contrario de donde habían subido, un montón de uniformados bajaban, en plan de retirada. Me llegó otro sms

— Se aborta la misión por presencia de prensa

La prensa se fue después de eso, nosotros nos quedamos en vigilia. Hacía -5°C, y no solo nosotros nos moríamos de frío, sino los policías que tenían que hacer guardia todos los días en las rejas que habían puesto. A las 6:00 apareció una unidad móvil; la periodista se acercó y nos dijo que a ella igual le había llegado un mensaje. La idea era dividirse en tres partes, una que se llevara a todos los ‘discas’, otra que recogiera todas las pertenencias y otra que se llevara los enseres más grandes como la cocina o garrafas.

También es justo decir que el mal es algo transversal a la condición humana, y el hecho de que tengan discapacidad no los hace ángeles ipso facto. Debo admitir que muchas veces yo no entendía porque hacían las cosas como las hacían, pero en eso yo no me iba a meter.

Hubo muchas discusiones sobre todo al final, el machismo siempre era un tema a parte o problemas por las donaciones por ejemplo, porque de repente llegaron muchos que no habían participado de los largos meses para llevarse algo, mientras que quienes estuvieron desde un principio y se marcharon antes de que acabe, se fueron sin nada. Son aprendizajes que quedarán para las próximas luchas.

Fueron tres meses en los que hubo de todo: espías, infiltrados, montajes, amenazas de diez años de cárcel, manipulación mediática, toma de declaraciones a sordos sin intérprete, como a Filiberto de El Alto.

Wladi, Davidcito, Juan Carlos, Bismarck, Doña Juanita, Don Samuel, la Floren, Hugo, Claudia, Inés, Álex, y las tantas otras personas con quienes compartí, no tenían otra intención que la de obtener mejores oportunidades para sus vidas. Algunos ni siquiera sabían qué significaban todas las cosas de las que el Gobierno los acusaba.

No entendían de derecha ni de izquierda, entendían que ser pobres y tener discapacidad es la peor ecuación.

Ante la presión internacional, en febrero de 2018, Evo Morales accedió a darles un bono de Bs 250 a través de los municipios, deslindando al Gobierno de la responsabilidad. No es el monto que pedían y no todos los municipios cumplen, pero es un paso adelante.

¿Se imaginan si el presidente hubiese accedido desde un principio, si de todos modos terminó accediendo? No estaríamos contando esta historia sobre la lucha de cuando los más vulnerados se vieron defraudados por el presidente al que ellos pusieron en el poder.

Pasaron más de dos años a la fecha de las represiones en La Paz, el Coronel Grandy fue ascendido a vicecomandante policial de Cochababamba, mientras Andrés Portugal, quien participó de las movilizaciones, moría por falta de atención médica en la misma ciudad; por escaras: una pequeña herida que sin la atención adecuada puede ser mortal. Micky estuvo cerca, a principios de 2018 lo desahuciaron en Potosí porque sus escaras ya habían llegado hasta el hueso, fue gracias a una campaña internacional que pudo recibir $us 10.000 para ser internado en una clínica privada y ser curado.

Todavía no se sabe quién dio la orden para violar los derechos humanos de las personas con discapacidad que se levantaron por una renta digna, como decían ellos. La siguiente vez que el Gobierno de Bolivia se vea obligado a hablar de este tema será en 2023, cuando el comité de los derechos de las personas con discapacidad en Ginebra, Suiza les pregunten ¿Qué pasó con las represiones del 2016?

Personas con discapacidad tratando de derribar la cerca que les impedía entrar a Plaza Murillo
  • Miguel falleció años después por sus problemas de salud.

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Lila Andrea

Periodista — Comunicadora Audiovisual / Militante por los DDHH / Cuestionadora empedernida